Muchas teorías los sitúan en el S. XVI, en una orden benedictina que elaboraba brebajes a base de alcohol y hierbas con fines medicinales. Para otras, los cócteles no fueron inventados hasta el S.XIX, cuando Antoine Peychaud en Nueva Orleans mezcla coñac, azúcar, especias y amargo.
Lo que sí que sabemos a ciencia cierta es que uno de los períodos de mayor creatividad en el mundo de la coctelería fue entre 1920 y 1933, años de vigencia de la Ley Seca en Estados Unidos. Para no ser descubiertos por los policías que inspeccionaban los bares, los bartender comenzaron a mezclar el alcohol con zumos. De esta época todavía perduran cócteles como el Tom Collins, Sidecar o el Whisky Sour.

Es fundamental tener en cuenta los distintos matices y aromas de cada refresco si queremos obtener los mejores resultados.
Una de las reglas principales a la hora de hacer un cóctel a base de refrescos es que si éste tiene gas, se tiene que añadir siempre al final y directamente sobre el vaso o copa. De esta manera conseguiremos el mejor resultado para servir nuestro cóctel.

Para preparar un buen cóctel tienes que estar bien equipado y disponer de los utensilios necesarios para conseguir que tu cóctel sea perfecto.
Algunos de los utensilios básicos son el vaso mezclador, el medidor, el filtro colador, la cucharilla de bar, la mano de mortero, la batidora, la cubitera, el exprimidor… Con los instrumentos básicos de coctelería, ¡ya puedes preparar deliciosos combinados!

La variedad de botánicos que hay en el mercado es muy amplia. Cada uno de éstos le da un toque a cada tipo de cóctel que hace que sea muy diferente dependiendo del que usemos.
Los utilizamos para dar ese toque distintivo a nuestras copas, para crear nuevos sabores y sensaciones. Condimentan de forma natural cualquier cóctel, proporcionándole un aroma, sabor y color únicos.